Doble justicia

Digamos que la justicia es aquello que nos garantiza un resultado justo, ecuánime. Algo que nos devuelve la confianza en que todos van a recibir un trato digno. Pero qué pasa si no se ve venir. Es decir, aparentemente, todo va a salir mal.
Hice todo bien, pero todo va por un mal camino. Cuando nos pasa eso, normalmente, empezamos a buscar culpables, y siempre, seguramente, no seremos nosotros. Creemos que nuestra injusticia con nosotros mismos, o con otros, no tiene nada que ver con nuestra vida diaria. Como Adán buscó en otro, un culpable. Nosotros, buscaremos culpables. Primero diremos que fue Eva.
Si no tengo trabajo es porque el mercado está muy difícil. Si no me he casado es porque los hombres no se han dado cuenta del valor que tengo. Tomo una mala decisión como gobernante, pero la culpa siempre va a ser del pueblo que me desertaba. No se supone que tu eras rey, y gobernabas sobre el pueblo? Cómo así que el pueblo te deserta.
Que porque tu no llegabas, decidí suplantarte en tu función. Si? Está bien suplantar al que tiene el mando en esa área?
Pero bueno, digamos que no, que resulté ser una buena persona, y decidí .....echarle la culpa a Dios. Diré que fue culpa de la esposa que me diste (Dios). Diré que tuve miedo (de Dios) porque estaba desnudo, y decidí esconderme.
Es decir, la postura será, sufro injusticias, porque es parte de la vida. Creeré ,entonces, que ese era mi destino, sufrir injusticias. Pero hay entendidos que disciernen, que actuar consigo mismo, o con otros, en injusticia, sí puede traer consecuencias. Ellos reconocen su culpa. Dicen: Sí, fui yo. Y esa será la más sabia opción. La de reconocer el pecado y asumir el castigo de su propia injusticia, como David. Quien, a pesar de todo, volvió a vencer.
Pero hay personas que no hacen nada frente a sí mismos, sino que deciden, buscar que Dios, a las malas, los premie. Es decir, la justicia no me falló a favor,entonces, voy a torcer la justicia. Si estuviéramos en un juicio en la tierra, probablemente funcionaría. Pero en los cielos, no. Ahí todo se ve. Se está ante la luz, y si actuamos como el ángel lucero, nos será asignado un nuevo lugar, fuera del cielo. Así viven los injustos. Puede que felices, en apariencia, pero les espera un triste final. Dios es un Dios justo.
Pero qué hay de los justos. De los que hacen justicia, pero aparentemente, el veredicto parece no salirles a favor. A esos, el enemigo intentará quitarles por las malas el manto. Pero Amán no recuperó su poder cogiendo por la fuerza el manto de Ester. Saúl tampoco recuperó su lugar, halando el manto de Samuel. Ambos consiguieron, todo lo contrario, adquirieron su decreto de muerte. Ambos casos ejemplifican que Dios se encarga de defender a sus justos. Así parezca que les quitan todo. Así Dios mismo permita que se lo quiten. Su actitud de humildad, de justicia, les devolverá el reino dos veces.
Eso de pelear contra Dios es equivalente a pelear contra aquel que es el más grande administrador de recursos, contactos y legitimidad.El , que es el salvador del mundo, termina, por su justicia, imposibilitado para defendernos (ante nuestra injusticia).
Lo culpamos, porque creemos que la obediencia a medias funciona, y no, infortunadamente no funciona. Es como un tono que no está perfectamente afinado. El tono suena parecido, pero no es. Hay un sólo tono que suena perfecto. Da justo en la nota. Así es la justicia, exacta. Es igual que los números, o las finanzas. Da un resultado exacto. Y como somos imperfectos, en la vida, hay una sola forma en que actúas en justicia, a partir de un redentor. Sólo hay uno que es capaz de pelear por ti. Sólo hay uno con esa autoridad: Jesucristo. Arrepentirse de nuestros errores y los de nuestros ancestros, argumentando que hay alguien que ya pagó por ellos. Y luego, buscar un juez que camine completamente en justicia (sin eso, no tiene poder) . Un profeta que decrete un veredicto a tu favor. Luego, si no logras salir adelante sólo, buscas un redentor en la tierra. Alguien que pelee tu causa, porque claramente no has podido pelearla tu sólo. Un abogado.
El juez de esta tierra fallará a tu favor, porque el juez de los cielos, falló antes a tu favor. Es maravilloso ver actuar la justicia. Es como ver bajar un poquito del cielo, briznas de piedras preciosas, a la tierra.
***
Con una tutela que interpuso Luis, Jessica puede ir a estudiar en carro (para que no la vayan a violar, caminando, desde la vereda hasta el colegio). Y con un decreto de Josafat,  jóvenes han sido trasladados de lugares de muerte (de las drogas, de la violencia, de los intentos de suicidio), a lugares de reino.
Dos hombres, de diferentes edades, casados con mujeres de leyes (del cielo y de la tierra, respectivamente). Dos hombres a quienes admiro. No sólo por lo que han logrado para sí mismos, sino para otros. A Luis le sea dada más luz, para juzgar en la tierra con mayor claridad. A Josafat le sea entregada más autoridad, para alcanzar más reinos, del cielo y de la tierra.
Ambos son jueces, en ellos se trasluce una sóla y suficiente cosa. Justicia.

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