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Mostrando entradas de enero, 2013

Todavía podemos despejar ese cielo

Me complica el día sin tiempo. Me gusta que mi vida tenga una hora para cada cosa. Una hora para despertarme, media para hablar con Dios (mientras camino con Simón, mi perro), una más para vestirme y salir al trabajo, muchas más para trabajar, una para regresar, otra para ir al gimnasio, media más para regresarme del gimnasio caminando, dos más para comer y leer; y unas pocas para dormir.   Pero hay días, como hoy, que no tienen tiempo. Y entonces la organización se me deshace. Me pasa lo mismo con mi idea de estar segura de quien soy. Un día cualquiera llega alguien que me hace reflejar una suma de lo que fui, y no de lo que seré. A veces pienso si soy yo o es el día. O son ambos. Parece que soy muy feliz, pero el silencio a veces me nubla el cielo. Y en medio de todo está el sol radiante y el clima está perfecto. Y pasa el día y llega la noche. Me arreglo. Me miro al espejo. Y ésta que se ve ciertamente parece que soy yo. Actúo, hablo y me divierto. Pero si soy (?), o solo es