Acceso

Si hay algo poderoso es el acceso. El acceso a un mejor nivel de vida, el acceso a un tipo de personas que te aportan, el acceso a una excelencia física. Pero todas esas realidades son efímeras. Es decir, varían en el tiempo. En cambio el tener el acceso al Reino de Dios, te permite atravesar la realidad. Moverte en esa realidad no significa moverse dentro del tiempo, sino fuera de él. El Señor siempre pudo moverse fuera del espacio y del tiempo. Su sacrificio no estaba dentro del tiempo, sino fuera de él. En Jesucristo se hizo visible la entrega del Padre a su Hijo, pero esa entrega ya había sido hecha (aún antes del tiempo). Esa palabra había sido dada, sin embargo, no se había hecho tangible. De ahí que Jesucristo es la Palabra. Es la realidad de Dios hecha hombre. Jesucristo, a diferencia de Isaac, tuvo que morir, porque sólo El en el universo podía dar acceso. Sólo quien tiene el acceso puede entregarlo, y no puede darse acceso a algo, que no se haya superado. Solo Jesús podía vivir y morir por la humanidad, nadie más alcanzaba ese amor. Jesús muere santificándose a sí mismo, y nos entrega ese acceso. La excelencia de la obra de Jesucristo es que la salvación nuestra, constituye a su vez, la condenación del reino de satanás. Ningún hombre era santo, lo cual imposibilitaba condenar la maldad. Al existir un hombre santo, él tenía la capacidad de juzgar la maldad. Nadie puede juzgar lo que no gobierna. 
La muerte de Jesús abre un acceso, porque su sacrificio fue hecho fuera del tiempo. El, al ser Dios encarnado, hace un acto profético. En su cuerpo muere toda la humanidad al pecado. Tal como la vara de Moisés elevada, es un acto profético de una elevación, una autoridad que estaba gobernando. 
Jesucristo y el Espíritu Santo, fueron capaces de arrastrar con ellos la humanidad. Esa tribulación trajo en él, un gran peso de gloria. Fue ascendido. Todo sacrificio traerá siempre, un peso de gloria. 
Por eso mi sueño, es ser como el Señor, oír la voz de Dios siempre y ser obediente en cada cosa. Seguirlo sin medida, porque sé que al lado de su consejo, el que sea, lograré, como Jesús, tener una autoridad que me permita condenar toda obra de las tinieblas. Discernir los corazones y saber qué debo hacer para vivir gobernando todo lo natural. Con el acceso que me da la justicia, podré aconsejar a presidentes, encontrar el mejor diseño de negocio, casarme con el hombre que Dios tiene para mí (un profeta, pastor, maestro y músico), y ser una mujer supremamente virtuosa. En él están los accesos a todo lo visible (a los viajes, a las propiedades) y lo invisible (la profecía, los dones de sanidad, la revelación de la palabra, la palabra de ciencia y sabiduría), de El son todas las cosas, y le da acceso a ellas, a quien El quiere. Así que en esta vida, sólo quiero tener una cosa: Acceso.

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