La luz de su gloria

Hoy es el primer día del tiempo, por eso he decidido escribir en segundos, para que a medida que escriba se cree una nueva realidad. Y bajo esa perspectiva, hoy, escribire canciones. Porque qué hay más fuerte que la música? Esa conjunción es capaz de cambiar el alma del que la escucha. El cielo cambia de naturaleza, cada vez que se adora, los ángeles se santifican, la ira de Dios aumenta, y el cielo, el cielo en plenitud, se transforma. Y es que el cielo no es una realidad estática, avanza. Avanza en la medida que la verdad y el espíritu llenan su casa. Y hay un momento en que el sonido es tan fuerte, que la santidad se vuelve tan incontrolable que no hay criatura que la resista. Y bueno, por eso, yo y mi esposo dedicamos nuestra vida a hablar y cantar acerca de su gloria. Pero pasando a algo más personal. Quieren saber cómo me enamoré de él? Bueno, les cuento que me enamoré de la Presencia de Dios con él. La música que sale de su alma tocó mi espíritu. Cada vez que tocaba su instrumento, mi espíritu se enamoraba. Y tal como me sucede con Dios, no hubo cómo ser la misma.
Me levanto oyendo música. Me duermo con música. No me aburre. Me gusta.
En ese fluir, el de la música, me gustaría vivir un poco. Moverme. Viajar. Me parece maravilloso ver una arquitectura, un cielo, un día, diferente. Ir a Italia. Ver de cerca ese lenguaje. Pero sobretodo, me gustaría ir a Islandia. Un amigo me dijo que se veía lindo todo porque tiene una luz diferente.
Tiene una luz diferente.....Así pasa con el Espíritu, nos da una luz diferente. Dios permita que mañana mi espíritu tenga una luz diferente, y mi esposo me vea como nunca me ha visto. Ya lo llamamos, hace un tiempo, Dios encamine ángeles que lo traigan mañana. Hace un tiempo que me dijeron que volvía, y no ha llegado. De pronto llega mañana. Me vestiré especial, y me pondré un manto. Hace rato que no me lo pongo.
Hoy es el último día del sonido triste, mañana cantaré de alegría, porque mi esposo ha llegado, imagino que traerá un regalo. Ese que le pedí hace rato, el que me combina con el manto. Qué rico verlo, sobretodo por mis hijos, que ya lo están extrañando. También lo extraña Natanael y su hermanito, no hace sino preguntarlo. Pero más que nada, lo extraña la iglesia, creo que todos los que no hablan mucho tienen ese don. Se les extraña. Como hablan tan poco, sus obras están obligadas a hablar bastante. Son la luz de su gloria.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Veintitrés

Si pudiera hacerte sonreir

Un silencio