La suma de las pequeñas cosas


Leo. Pero no para entender algo o a alguien, sino para aprender a interpretar el mundo de otra forma. Y sin darme cuenta; ver a través de ti, fue más allá del ejercicio. Intentar sentir como sientes, pensar como piensas, claramente, me supera. Es difícil se otro.
Sin embargo, en momentos sublimes, leer contigo, es leerme a mi misma. Es ver que siempre fui, lo que has sido, sin darme cuenta.
Y entonces, sin imaginarlo, todo estaba alineado para este momento. Todas las veces que el azar nos llamó, y todas las otras veces, que nos negamos a atenderlo. Y de pronto, cuando nos encuentra el destino, decimos: siempre lo supe (aunque en verdad, nunca lo hayamos sabido).
Y así nos pasa con la vida, parece una suma de eventos, de tiempos, de horas; y sólo el día que encontramos su sentido, comenzamos a vivir y a dejar de morir, diariamente. Trascendemos cada día en una acción, en un pensamiento, en una obra. Quien vive para sí mismo solamente, no vive, muere. Como puede ser vivir, encerrarse en sí mismo. Con quién se habla? Consigo mismo? Con qué fin?
La vida (como los recortes que forman parte de un collage), no puede leerse de forma aislada; ella, como ellos, van alineándose lentamente hacia y con alguien. Solo ver en que hemos invertido las horas, nos mostrará el destino que hemos venido construyendo. Todas las lecturas, los viajes, las personas que conocimos, los paseos, las diversiones, las tristezas, los silencios, las soledades, han ido componiendo nuestro destino. Pero somos nosotros los encargados de hacerlo una obra de arte. Una en que ojalá pueda leerse con algo más que palabras. Entonces, el día que sintamos el llamado a mirar cómo va quedando la obra, vale la pena, tomarse el tiempo. Pensar. Dejar fluir el alma, sin miedo, sin apuro, en silencio. Y entonces, tal como los artistas, tendremos una idea de qué queremos expresar con los próximos recortes que vivamos, pero así mismo, qué haremos confluir con lo que hayamos vivido; y con el tiempo, la obra misma, cobrará vida propia.  Y en esta introspección, veremos recortes que tengan una utilidad meramente plástica, y otros que comuniquen de otra forma. Tal como las personas que nos acompañan diariamente en el vivir. Unas harán falta, otras, no tanto.

Pero claramente, hay gente que se parece a mis gafas. No sólo son valiosas por sí mismas (son caras), sino que no tenerlas, me impide ver ciertas cosas. Por eso, si tu te me pierdes un día, no te perderé solo a ti (que de por sí ya eres valioso), perderé a quién me hace ver la alegría que existe, en la suma de las pequeñas cosas.

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