Lo más preciado
En la tierra en que el arcoíris está siempre presente, en
el lugar donde la luz nunca cesa y en donde el conocimiento
es permanente. En ese santo lugar en donde no hay necesidad de preguntar algo,
porque se sabe todo. Allí; vivía un hermoso caballo blanco.
Su belleza era única, ningún otro brillaba como él. Sin
embargo, el caballo blanco se sentía a veces, en los días largos, menos
agraciado que los demás. Y es verdad que habían caballos más grandes, con más
joyas y con mucho oro en sus riendas. Y también era cierto que
existían caballos montados por ángeles de renombre, encargados de las más altas
tareas del reino. Tareas como mover de lugar los océanos, hacer temblar los
cielos; en fin, nada parecido a la simple labor del brillante caballo blanco: bajar el puente del reino.
El caballo blanco encargado de esta dispendiosa y larga
tarea de bajar el puente, se llamaba Azahar. El y su familia vivían a las afueras del reino. Justo
antes de que comenzara el reino de lo terrestre, pero muy lejos del pequeño
reino oscuro. Todos los días, Azahar se levantaba antes que nadie de su reino,
y comenzaba su travesía hasta el reino del arcoíris.
Básicamente en 5 años no había cambiado de oficio.
Llevaba 5 años halando las cuerdas que movían la estructura que bajaba el
puente de la entrada al palacio. Lo más terrible es que se sentía como en una
"sin salida". No sabía exactamente que quería hacer, pero sabía que
lo que hacía no le gustaba. Entonces, el lema del reino; "confía en el Rey",
le sonaba un poco extraño.
No sólo le parecía muy sencilla la tarea, sino que pensaba
que nadie se fijaba en que la hacía.
-No es como levantar muertos, o caminar sobre el agua, pensaba.
Pero el caballo blanco se equivocaba, a él lo veía, nada más ni nada menos, que el Rey del reino del arcoíris.
-No es como levantar muertos, o caminar sobre el agua, pensaba.
Pero el caballo blanco se equivocaba, a él lo veía, nada más ni nada menos, que el Rey del reino del arcoíris.
El Rey se levantaba muy temprano, sólo para deleitarse
viendo la rapidez y la alegría con que corría Azahar. Y no era precisamente la
elegancia con la que corría lo que le gustaba, tampoco era la belleza de sus
riendas. En realidad Azahar corría de forma muy desordenada, se perdía normalmente,
y mantenía medio sucio. No tan sucio como para que alguien se diera cuenta,
pero lo suficiente para que el Rey lo supiera.
Finalmente un día, en medio de un sueño, Azahar obtuvo una
respuesta. A él le pareció verdaderamente rara la propuesta, y sobretodo
fuera de tiempo, pero dijo:
- De pronto es la respuesta que he estado esperando.
Se arregló (arreglarse es un eufemismo; porque para Azahar, la limpieza era todo lo que se necesitaba para estar arreglado), y salió como siempre; corriendo. La propuesta? Verse a media eternidad, con el Rey.
- De pronto es la respuesta que he estado esperando.
Se arregló (arreglarse es un eufemismo; porque para Azahar, la limpieza era todo lo que se necesitaba para estar arreglado), y salió como siempre; corriendo. La propuesta? Verse a media eternidad, con el Rey.
Con el pelo revuelto por el viento, se arriesgó a llegar
al palacio por el nuevo camino que le señalaba el sueño. Este camino no era el
camino más corto, pero sí el más escarpado, muy difícil, pero la revelación no
podría estar equivocada.
Al llegar a la parte de atrás del castillo, se encontró
con el Rey -El cual daba vueltas sin parar, a las afueras de su palacio. Parecía
estar esperando a alguien-.
Azahar no sabía que hacer. Pensó en dirigir una venia, en
hablarle, en….salir corriendo? El rey lo vio, y le dijo: Estás perdido?
Azahar le contestó: Perdido en cuanto a qué?
R: Dímelo tu.
A: En realidad todo está muy confuso. Creo que todo
está muy claro, pero en realidad, todo parece muy oscuro. Se me entrega casi
todo lo que deseo, pero no sé si eso, realmente, se me está entregando.
Finalmente, no sé que decirte. Qué te digo rey. Estoy muy cansado.
R: Te entiendo (el Rey tenía dones de revelación). Te
hago una pregunta: En este reino las cosas se logran por disciplina? Ganan lo
mejor, los más fuertes?
A: En mi cabeza yo sé que no. Pero la realidad parece
gritarme lo contrario.
R: Dime una cosa Azahar. Quién manda en este reino?
A: Tu gobiernas (Azahar bajó los ojos, con reverencia)
R: Quieres saber cuál caballo me impresiona, de los
millones y millones de caballos que tengo?
A: Los grandes que están a las afueras del palacio? Los
que están montados por ángeles?
R: No exactamente Azahar. Para mí todos los caballos son
especiales. Hasta los que están fuera de mi reino me parecen hermosos. Pero me
impresionas tu.
A: Yo?
R: Si. En un reino en que todos pelean por un lugar, un
nombre, una vida de éxito. Tu, por amor a tu hermano, lo dejas ganar. En el
tiempo en que todos saben cómo deben hacerse las cosas, pero nadie las quiere
hacer, tu las haces. Y en el espacio de la espera, no gritas, no te quejas, y
te preparas para otras cosas.
Yo lo veo todo.
(A Azahar le parecía que era muy simple lo que hacía,
pero no dijo nada)
Y el Rey continuó: A mi me impresiona cómo te quedas
callado y no argumentas, a pesar de saber que tienes la razón. Me maravilla cómo
no haces lo que quieres -para no discutir- y asumes que se debe hacer lo que se
debe hacer.
Te tengo contabilizado cada segundo de tiempo, cada
lágrima, cada esfuerzo por llegar a mi castillo y a mis grupos.
A: Ay Rey, pero eso es tan poco….
R: Yo veo lo que te costó llegar, no lo grande del
sacrificio. Yo soy El que ve la más bella vasija, a partir de la vasija más
quebrada.
En ese momento se detuvo, y lo miró, con amor y con
fuerza; y dijo: Y sí que te han quebrado. Pero con cada quiebre, te has puesto
más brillante. Cada herida la tienes cubierta por una capa de oro y plata. Por
eso brillas tanto. En mis manos, tú, el más quebrado, se ha vuelto majestuoso.
El rey pausó su discurso y le dijo: Entrégame lo que
tienes, aún lo más pequeño.
A: Pero qué más te entrego Rey. Lo tienes todo.
R: Entrégame tu futuro
A: Mi futuro?
R: Si. Déjame enseñarte un mejor camino al que has
andado. Un camino que no conoces. En este camino, no importa lo que hagas, mi
buena Voluntad ya está contigo.
(En ese momento Azahar pensó que se le estaba haciendo
tarde, y que no iba a alcanzar a dormir para llegar a trabajar)
El Rey parecía haberlo escuchado y dijo: Siempre tan
estresado, tan afanado, creyendo que vas a llegar tarde. Tarde a dónde? De qué
te vas a quedar? De dónde? Azahar. En el amor a mí está tu futuro. Deja de
confiar en tus capacidades. Confía en mí. Este Reino se construyó por amor. Fue
hecho de lo invisible.
A: De lo invisible?
R: Si. Ves ese arcoíris?
A: Si…
R: Ese arcoíris es un puente que une mis mejores deseos a
la realidad de este reino, pero el arcoíris sólo se activa cuando un ser humano
se ve conmigo y deja que yo me revele a El.
La cosa es que los miembros de mi reino no pueden llegar
a mi castillo, si no pasan por el puente.
Hay un caballo blanco, refulgente como el oro y la plata.
Sabes? Uno que casi no duerme, uno que se la pasa corriendo de un lado a otro,
para que cada miembro del reino se encuentre conmigo. Existe sólo un caballo
blanco, uno que abre la estructura de ese puente para que yo pueda hablar con
mi pueblo.
Y tú, Azahar, de verdad crees que no voy a cumplir los
deseos del corazón de ese caballo?
Piensa: Tu Rey, que lo puede todo, la fuerza del puente
que lo liberó todo, y la luz del arcoíris que lo hará todo. No podrán? Jamás
pierdas la confianza en mí. Yo en ti, nunca la pierdo.
Porque tu, Azahar, eres para mi; lo más preciado.
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