Ten paz, estas en el río


Eres un río fascinante, uno que comienza, que fluye. Eres de esos ríos que tienen espacios tranquilos y espacios violentos. Y cuando me sumerjo en ti, tengo miedo. Miedo a que me lleves a un lugar dónde no pueda soportar la fuerza del agua y pierda mi vida. Me produce pánico no saber a dónde me llevas; fluir en un camino desconocido. Y a veces pienso: Para qué este sufrimiento?
Job decía que no tenía sentido sufrir dentro del río, si finalmente nuestra permanencia era tan corta dentro de él. Pero la realidad es que nosotros no importamos. No importa si nos sentimos bien o mal dentro del río, no trasciende nuestro estado de ánimo en él. El secreto está en vivir el río.
Lo verdaderamente maravilloso es sentirse vivo navegando dentro del río, y eso solo es posible en la medida que lo transitamos. En el diario navegar vamos sabiendo cómo se va moviendo, prevemos sus detenciones, su fluir, su mal genio, su silencio.
Hablar de sus características no es suficiente; se debe vivir en sus caminos, sentir con él.  
Si yo pudiera escoger, preferiría oír una explicación clara de su próxima dirección o conocer exactamente qué es lo que busca. Pero los ríos no hacen eso, ellos te someten con su incertidumbre, y los controlas sólo conociéndolos. Estás dentro y afuera al mismo tiempo. Pero no se puede estar afuera, y disfrutar del río.
Y esa es la parte complicada, porque a veces se prefiere evadir el peligro y quedarse en la orilla mirando. Porque el agua empapa, y navegar transforma tu naturaleza.
Pero desde afuera jamás lo conocerás. El río, como la vida misma, se percibe realmente en el quiebre, en el punto en dónde es posible morir.
Si estás en esa zozobra, ten paz, estás viviendo. Estás, realmente, en el río.

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