Yo mismo



A quién no le gustan los perfumes nuevos. Qué fascinantes son los olores, los sabores, los días. Pero qué rico sería estrenar vida: hoy soy famoso, mañana soy un campesino humilde….Pero si todo el tiempo estrenáramos, qué aprenderíamos? Sólo aprenderíamos a acoplarnos, a estrenar.
Tus noches se han vuelto largas? Te cansas de las personas, entonces cambias de personas, pero, terminas por  oír lo mismo?. Hoy no fue tu jefe, sino tu amigo, y mañana, tu hermano? Estoy seguro que si vas cambiando de entorno, pero tu te sigues sintiendo igual de mal. Seguramente no son los demás los que te hacen sentir eso. Según eso el problema no está afuera, verdad? Y ya me estás angustiando. Te veo tratar y tratar de cambiar, pero nada. Eres como un resorte, parece que cambias, pero te pasa algo, y vuelves a la misma posición.  No es cierto? Te cambias de acera, pero terminas en la misma. Subes las escaleras, corriendo al máximo para llegar más rápido que el ascensor, pero el ascensor llega al mismo tiempo. Y entonces, de pronto; la vida, los personajes, el trabajo, parecen escritos con el mismo guión. Lo peor es que la novela te la sabes y no la quieres repetir. Entonces, en ese preciso momento, te sale la más brillante resolución: si cambiaras por dentro, serías otra. Y entonces, de verdad, podrías cambiar de vida. Y ya no serías la que quiere, sino la que lo logra. La que termina y no la que lo deja.
Pero no sabes como lograrlo, cierto? Te tengo la respuesta. Eso sólo lo logras si yo, sólo yo, puedo hablarte al corazón.
Así sabrías que no vales por ser la nueva sino la del principio. Tu siempre has sido el reflejo único de mis palabras, te has construido a partir de mis silencios, y estás vestida con mis tiempos. Pero tu insistes en disfrazarte de otra cosa, una idéntica a lo que no eres.
Sabes? Tu no necesitas ser afirmada ni evaluada por tener o no tener. La ecuación es diferente. El agua se convierte en vino, los últimos serán los primeros, y bendecidos los humildes porque ellos heredarán la tierra. Si me escucharas a mí, no serías una nueva fuente ni un nuevo sueño. Serías la misma, la de siempre, pero esta vez, sólo esta vez, serías mía. Y no serías mía para no ser de nadie. Serías mía, porque adentro tuyo, en tu sangre, tendrías grabado mi nombre. Y ese, el de adentro, no se puede borrar. Todas tus palabras, acciones, deseos,  serían míos.  Y todo tu ser fluiría constantemente hacia mí.  Sólo en ese fluir alcanzarías lo imposible, porque adentro tendrías la naturaleza de los seres que transforman los tiempos. Ellos son los únicos que pueden abrir y cerrar los cielos. Toma la llave, esa, la que has estado buscando: Yo mismo.

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